SOLSTICIO DE INVIERNO O CERO DE CAPRICORNIO







Antiguamente el hombre derivaba el significado de su existencia de los ciclos de la naturaleza, a los cuales se ajustaba para vivir en armonía.  Es por ello que los solsticios (de invierno y de verano) y equinoccios (de primavera y otoño) - los cuatro pivotes del año solar - eran grandes celebraciones, en las que se rendían cultos y homenajes al gran viaje del Sol a través de las constelaciones del zodiaco y su paso por las diferentes estaciones. En estos cuatro puntos se simbolizaban los hitos que marcan la vida en la naturaleza: el nacimiento (primavera), el crecimiento (verano), la madurez (otoño), la muerte (invierno) que a su vez conlleva a la regeneración y el paso a un nuevo ciclo. 

Diciembre es un hermoso mes donde a través de la historia de la humanidad siempre se celebra la Luz. El solsticio de invierno representa el eterno contraste de la vida y la muerte y el eterno renacer de la creación. Durante el solsticio de invierno la humanidad venera un momento clave del camino del Sol y el camino evolutivo del Hombre. El Solsticio de Invierno es la fiesta Solar mas difundida y con mayor significado para la mayoría de las culturas y tradiciones del mundo.

Tenemos, en el solsticio de invierno que este año ocurrirá en Venezuela el 21 de diciembre a las 18:22, el gran símbolo natural de la muerte y el renacimiento. El momento del solsticio es el memento mori  por antonomasia, donde toda la naturaleza venera en las sombras a la luz que es la fuente de toda vida, pero en la misma muerte yace la semilla del espíritu que florecerá en la primavera y culminará en el esplendor del solsticio de verano. La luz y la oscuridad no pueden existir la una sin la otra y es posible ver en las tinieblas una luz invencible.

Gran parte de las religiones antiguas eran en realidad filosofías naturales, extraían sus principios filosóficos y sus conductas morales y rituales de una atenta observación de la naturaleza, y particularmente de los astros.
El Sol, como ahora, era el símbolo de la personalidad; el sí mismo divino, el gran héroe que atraviesa todo tipo de peripecias en su viaje anual, incluyendo el descenso al inframundo, lo cual marca el triunfo de la luz sobre la oscuridad y la prueba de que la vida es inmortal, que siempre se regenera. El ser humano como reflejo del universo, atraviesa arquetípicamente las mismas permutaciones que el Sol; cada año, pero también en su vida como conjunto, debe convertirse en el héroe inmortal de su propio drama cósmico. Así entonces el invierno es para el individuo que sintoniza estos patrones arquetípicos un tiempo de recogimiento, de conservación de la energía, de reflexión, de práctica espiritual y de renacimiento.

El filósofo canadiense Manly P. Hall dice sobre el simbolismo del solsticio de invierno:
“No ha habido ningún pueblo que no haya atravesado algún tipo de fase de simbolismo solar en su filosofía, ciencia y teología, el Sol ha dominado todas las artes, ha estado involucrado en todas las teorías de armonía musical [recordemos que Pitágoras, según la tradición es el hijo de Apolo, el dios de la métrica y de la luz]. Encontramos registros de esto en todas partes porque el Sol  [y particularmente sus equinoccios y solsticios], representa la restauración anual de la vida, símbolo de la gran resurrección de todas las cosas existentes, la gran redención, la elevación de toda la vida de la oscuridad a la luz”.

En Roma en estas fechas - alrededor del 17 al 23 de diciembre - se celebraban las Saturnales, las fiestas de Saturno, la antigua divinidad mítica romana, que regia, entre otras cosas, sobre la agricultura, y el mundo. Estas celebraciones significativamente culminaban con la celebración del Sol Invictus (el Sol Invencible), algo que parece coincidir con el solsticio. Las festividades constaban de sacrificios y ofrendas en el templo de Saturno, un suntuoso banquete y el incumplimiento permitido de las normas sociales: se bebía, se comía, se copulaba,todo se transgredía, y los esclavos eran liberados temporalmente. El filosofo Macrobio, explicaba que las Saturnales es un festival en el que celebraba la renovación de la luz y por ende la sabiduría y el emperador Juliano, mencionó que el Sol es la divinidad que comprende a todas las divinidades.

Tradicionalmente en la astrología se sostiene que Capricornio es la puerta de los dioses (o inmortales) y Cáncer (el signo que se encuentra a 180 grados de Capricornio) es la puerta de los hombres. Esto se debe a que en el esquema de Ptolomeo en el cual está basada la astrología, el cosmos está formado por siete esferas planetarias, siendo la más baja la Luna (la cual rige Cáncer) y marca el ingreso de un alma al mundo material, y la más alta la de Saturno (que rige a Capricornio) que marca el regreso de un alma al mundo espiritual o a la octava esfera, la de las estrellas fijas. En el descenso del alma el orden se invierte y Saturno es la primera esfera.

Mucho se ha especulado sobre si la designación de la natividad de Jesús el 25 de diciembre fue una decisión política-religiosa del imperio romano con la cual se mezclaron sincréticamente diversos cultos, como el de Saturno o el del dios solar Mitra (Sol Invictus). Se ha sugerido que Jesucristo es, una divinidad solar, y su nacimiento en una fecha cercana al solsticio obedece a un claro simbolismo astroteológico. Sin embargo, aunque esto es probable, no existe un trabajo académico que dé crédito a esta hipótesis. De cualquier manera el solsticio de invierno es uno de los días más cargados de simbolismo y una bella oportunidad para meditar sobre la muerte y los ciclos de la naturaleza.

 Feliz y exitoso día. Soy FRANKLIN HERNANDEZ Astrólogo Profesional. La intención de este blog es darle información de interés en astrología. Tips de relevancia para que los astros y los signos del zodiaco nos orienten de la mejor manera y así llevar más armonía y orden a nuestras vidas. Me puedes contactar en: franklinyastros@gmail.com

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